viernes, 29 de julio de 2011

Sangre: Intro, Parte 2

- ¡Ya me voy!

 - Muy bien, pero ten cuidado, espero que esta vez no te metas en mas problemas.

- ¡Lo tendré! -tan solo se escuchó en la distancia. A veces era un poco complicado lidiar con ella, pero no podía culparla por meter sus narices en cualquier parte, al fin y al cabo es lo que hacen a esa edad, a eso se dedican los niños.

- Toc, toc, toc -sonó en la puerta minutos después de que la pequeña saliera.

- ¿Has olvidado algo? -pregunté mientras me apresuraba a abrir.

- ¿Qui... quien? ¡Quien eres! -tan solo dije exaltado al ver a la persona que estaba al otro lado de la puerta. Un hombre de contextura acuerpada y cabello color rojizo se encontraba frente a mi con una actitud desafiante en su rostro, vestía una túnica color azul y su postura era lo suficiente amenazante como para tener cuidado con cada uno de mis movimientos.

Sin embargo, lo que causó mi sobrepasada reacción era lo que llevaba en una de sus manos, algo que normalmente debería estar cubriendo sus expresiones, dejando a la imaginación su verdadera
identidad, una mascara de arlequín.

- Buenas tardes messere, lamento la interrupción, pero debo darle una importante noticia. -comenzó diciendo el hombre de la mascara de arlequín. - Nos hemos enterado de la "pequeña" y de que ha comenzado a despertar sus poderes.

- ¿Pero que...? -las palabras del hombre de túnica azul me habían dejado pasmado del miedo, ahora ella corría peligro, realmente la habían encontrado. -¡Maldición!- pensaba mientras mordía mi labio inferior tratando de encontrar una solución a este embrollo.

- Lo lamento señor, pero no se de que habla, no entiendo a que pequeña se refiere, en esta humilde cabaña solo vivo yo, rodeado de la soledad de las montañas. -dije, aprovechando la oportunidad de encontrarme realmente solo en ese momento, ¡era perfecto!

- Lo siento mucho messere. Pero ella se dirige en este momento a la torre sagrada de Scion. Mi presencia aquí es informativa, tan solo es el protocolo que me obliga a cumplir el circulo de hechiceros debido a esta ocasión tan especial. -finalizó diciendo el hombre arlequín  mientras daba vuelta en sentido contrario, hacia las montañas.

- ¡Espera! No pienso permitir esto, quien demonios te crees para llevártela de mi lado. -grité desesperado retando al hombre perteneciente al circulo.

- Pensé que desconocía la existencia de la niña messere, sin embargo no hay nada que un simple mortal como usted pueda hacer ahora que se encuentra en nuestras manos.

- ¡Eso no me importa! ¡Te he dicho que no te lo permitiré! -grité de nuevo mientras me lanzaba contra el esta vez. No podía dejar que se fuera, no podía permitir que se la llevaran así como así, ella me necesitaba, debía protegerla, le prometí a Hancock que la cuidaría hasta que regresara, hasta que hubiese descubierto la manera de ayudarla con esa maldición.

- Acaba de cometer el peor error de su vida messere, ¡¡¡Tonitrus!!!

~          ~          ~

Al principio todo se iluminó, pero después, fueron tinieblas quienes invadieron todo alrededor, podía sentir como mi cuerpo se desmoronaba mientras escuchaba unos pasos alejándose de mi ubicación, que estúpido, lanzarme contra un mago tan solo con mis manos. 

- ¿Así es como termina todo? -me pregunté justo antes de sentir mi rostro impactar contra el suelo frio y húmedo fuera de la cabaña. 

Había empezado a llover, sentía la suave brisa y como las gotas de agua acariciaban una a una mi mejilla antes de lo inevitable, pensé una ultima vez en la pequeña y en la promesa rota a la hermosa Hancock tiempo atrás mientras cerraba mis ojos y me dejaba llevar a lo profundo del olvido.

*           *           *          *          *

- Esto... ¿Podrías hacerme el favor de despertar? ¡Tengo cosas muy importantes para discutir contigo!

- ¿Eh..? ¡Pero si tu eres...! ¡Como es que estas aquí sin un rasguño! te vi sobre el altar, sin vida, ¡sin sangre!

- Esto... si, bueno, esa es una de las cosas que he venido a discutir, creo que son muchas las dudas que tienes en este momento y estoy aquí para solucionarlas todas y cada una de ellas, mi nombre es Fi, y esta será una larga noche a partir de ahora, prepárate.

Escrito por: 'Dullahan'

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Descripción de un trágico final

 
ADVERTENCIA

Si usted es una persona para la cual la vida es color de rosa y acepta solamente las cosas buenas de la misma, absténganse de continuar con este texto, de lo contrario, abra su mente y lea a continuación aceptando lo que podrían hacer la locura y la muerte.


- No quiero seguir mas con esto… ¡no puedo hacerlo! –fue lo último que salió de su boca luego de discutir fuertemente durante un par de horas bajo la lluvia.

Supuse que en algún momento todo se reduciría a un frustrante final, pero jamás pensé que sería ella quien lo dijera, ¡debía ser yo! era yo quien quería arreglar las cosas, ¡era yo quien tenía el derecho de terminar con todo! ¿Cómo es posible que todo se vuelva en mi contra cuando no soy el culpable? ¿O quizá lo era? ¿Cuáles fueron mis errores? Los de ella fueron, numero 1, engañó, numero 2, mintió, numero 3… si… es ella quien tiene la culpa, ¿o acaso los errores de un hombre valen por 2? No, eso es imposible, somos iguales en cada aspecto humano y ¡ella cometió más!

Miles de cosas pasaron por mi cabeza en ese momento, cada segundo que pasaba mi mente ardía con rabia y desesperación al ver la seguridad en sus ojos, la seguridad de este final, la seguridad de tener la razón en cada uno de sus argumentos, argumentos que me pusieron de espaldas a la pared, argumentos que me habían silenciado aun sin tener la razón, no tenía oportunidad alguna de arreglar la mas mínima cosa, estaba perdido, todo había terminado, ahora lo sabía.

Sin embargo, cuando reuní de nuevo fuerzas para hablar y mi boca estuvo a punto de abrirse para decir algo que la hiciera responsable por esta situación… tan solo una lágrima de mis ojos brotó y empecé a sentir la angustia de perderla.

Ahora nada importaba, quien era el culpable y quien no, las cosas habían cambiado y lo comprendía. Quería que ella fuera quien rogara por tenerme, que fuera ella quien llorara y sintiera el infierno en su alma por no amarme debidamente, que fuera ella quien sufriera, y de la culpa todo su cuerpo enloqueciera, ¡Oh el placer! Pero todo era diferente, al parecer yo no era tan fuerte, ¡Oh locura! Ahora quería escapar de esta realidad y vivir en el mundo que imaginaba, a su lado sin importar las mentiras o los engaños.

Pero ya era tarde para suplicas, era tarde para cambiar de actitud, yo era aquella persona a la que la vida había dado todo, una familia, unos amigos, y todo por lo que aquellos a mi alrededor envidiaban, ¿Por qué este momento era diferente entonces?

- Vámonos ya, no pienso dejarte aquí. –añadió luego de un buen rato al verme inmerso en mis pensamientos. Me llevó a su casa, tomó una toalla y comenzó a secarme el rostro cuidadosamente. Me dejó solo, señalo hacia afuera dándome a entender que la puerta estaba abierta para marcharme y se retiro a su cuarto.

Las dudas me invadieron por completo en ese momento y no pude resistir la tentación de quedarme, -esto no podía terminar así- examiné los cuchillos en su cocina mientras mi mente seguía dando vueltas, ¿será lo correcto? estar esclavizado por mi conciencia, castigado por la tortura, uno a uno pensamientos sin sentido recorrían mi corazón y mi alma antes del fracaso o del triunfo, mientras, paso a paso me dirigía a los pies de la persona que sufriría mi trágico final, así nadie más a parte de mi podría tenerla.

Escrito por: 'Dullahan' 

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martes, 19 de abril de 2011

Sangre: Intro, Parte 1

Mis ojos se abrieron súbitamente, había pasado parte de la noche en vela, y, sin darme cuenta, había despertado de un sueño inesperado.

Dude un poco al levantarme de inmediato, sin embargo, sentado sobre la cama, los recuerdos del día anterior volvieron a mi como un rayo, llenando cada espacio vacío en mi mente.

Rituales de sangre, esoterismo, espacios oscuros, sacrificios de muerte, dolor y sufrimiento, vida eterna, mis manos habían estado cubiertas de sangre. 

Mi cabeza daba vueltas mientras imagen tras imagen del cuerpo de una mujer desnuda sobre una mesa, ¡no!, sobre un altar, un altar cubierto con seda color purpura y adornada con candelabros de plata, permitían a mis ojos sentir pavor, moviéndose como si del estado MOR/REM se tratara, queriendo asimilar lo ocurrido con cada detalle.

Aquella era la iniciación, mi iniciación, finalmente lo había comprendido, había recordado, el día anterior a hoy, había muerto.

- ¿Donde estoy? -pregunté con voz sorda tratando de reconocer cualquier cosa en medio de la extraña habitación en la que me alojaba. Tenía bastantes preguntas ahora que me encontraba en un sitio diferente al que creí, debería estar en este momento.

Pensándolo bien, no recordaba nada después del ritual de iniciación. Al haber terminado en aquel cuarto oscuro tan solo iluminado por la luz de las velas, me encontré tendido en el suelo luego de haber pasado por una especie de ceremonia y prueba inicial para ingresar al Culto. No obstante, no me esperaba lo que prosiguió a estos actos de apertura.

- ¿Por que me encuentro aquí?, ¿Que sucedió realmente durante la iniciación?, ¿Habré tomado la decisión correcta al unirme al Culto? -un torrente de preguntas venían a mi una a una mientras recorría la pequeña habitación a mi alrededor, observando con cada detalle los extraños objetos contenidos en ella.

Un cáliz de plata adornaba el centro de una pequeña mesa de caoba de un color rojizo, a su lado, se encontraba una estantería de madera de cedro con los ejemplares mas difíciles de encontrar en el mundo del ocultismo y la magia ceremonial. 

- Al parecer el dueño de este cuarto sabía lo suficiente como para lanzarme alguna especie de maldición -tan solo pensé.

De un momento a otro deje a un lado los libros que ojeaba y volví la mirada hacia el objeto de plata que se encontraba sobre la mesa de caoba y note el parecido que tenía al usado horas antes en el ritual de iniciación.

Su base tenia la forma de las hojas de una rosa que, incrustadas con rubíes se encontraban dispuestas sobre círculos concéntricos que conformaban la parte baja del cáliz. En el medio, una perla negra era sostenida justo debajo de la copa en la parte superior, mientras esta, estaba adornaba con mas incrustaciones de rubíes y la silueta en relieve de  lo que parecían las garras de un dragón.

Me sentí hipnotizado ante el misticismo y la cantidad de secretos que ocultaba este objeto tan peculiar. Sin embargo, mi sorpresa fue aún mayor cuando me percate del reflejo de una luz parpadeante que apuntaba estar a mis espaldas.

- ¡Una cámara!, ¿acaso me están vigilando? -pregunté con obviedad al suponer la situación en la que me encontraba. Rápidamente corrí hacia la puerta de la habitación y mis suposiciones se convirtieron en una verdad perturbadora al tirar de la perilla... Estaba encerrado, era preso de alguien, de algo.

Traté de mantener la calma, pero mis instintos obligaron a que mi cuerpo reaccionara bruscamente dando golpes a la puerta y gritando con todas las fuerzas que pude encontrar de manera violenta, tratando de hallar alguna respuesta del otro lado, fuera quien fuera.

- ¿Hay alguien allí?, ¡respondan!, ¿alguien? -era inútil, tan solo me encontré con un silencio absoluto como respuesta.

Acto seguido, segundos antes de volver a entrar en pánico, un sonido lleno el vació dentro de la habitación.

- ¡Pero que interesante!, veo que has despertado joven Nero, pensé que serías nuestro sujeto fallido de pruebas numero 101 -dijo una voz tranquila con lo que se podía decir era alegría.

- ¡Espera un momento!, ¿Nero?, ¿sujeto de pruebas?, ¿que demonios pasa aquí?, para empezar dime donde estoy, ¿por que estoy encerrado?, ¿quien rayos eres y donde diablos estas? -plantee mis preguntas de manera desesperada a lo que mi nuevo anfitrión tan solo contestó. 

- Paciencia joven Nero, es comprensible que tantas preguntas ronden tu cabeza ahora que has despertado. Te sugiero que a partir de ahora esperes por Fi, en este momento se dirige a tu encuentro, ella contestará a todas tus preguntas.

- ¿Ella? -pensé. Al parecer era mi única opción, tal y como me encontraba.

- Por cierto, disculpa nuestra rudeza, pero debemos mantenerte aislado de los demás hasta que aprendas a controlarte, no se sabe en que momento se te puedan salir las cosas de las manos y sería catastrófico para todos. -continuó mi anfitrión. 

- ¿Pero que...? -tan solo susurre, ¿a que se refería este tipo con "controlarme"?. ¿Le habrán molestado los golpes en su hermosa puerta?, ¿los gritos quizá?, sonreí. 

Por lo que me resigné en ese instante y decidí guardar silencio de una vez por todas. No tenía caso hacer mas preguntas en ese momento si esa tal Fi las contestaría mas tarde.

Escrito por: 'Dullahan'

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